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Soltar para crecer

  • Foto del escritor: Francisco De Regil
    Francisco De Regil
  • hace 16 minutos
  • 7 Min. de lectura
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El líder como Atlas, el titán

Al pensar en el tema que quería tocar en esta entrada, busqué mucho una analogía que expresara la dificultad de ser responsable de una empresa: la sensación de cargar con todo, de que, si uno falla, todo se derrumba.

Y no encontré mejor ejemplo que Atlas.

En la mitología griega, Zeus, el rey de los dioses del Olimpo, condenó a Atlas a cargar con el peso del cielo sobre sus hombros por toda la eternidad. Su tarea era interminable: día y noche, sin descanso, sin relevo. La carga no disminuiría, y jamás desaparecería.

Atlas estaba solo. Nadie podía ayudarle, nadie podía reemplazarlo. Si Atlas faltaba, el cielo caería sobre la tierra y la humanidad perecería.  No podía moverse, ni descansar, ni siquiera mirar más allá del horizonte que sostenía.

Al final, su fuerza titánica era su mayor virtud y también su condena.

Cualquiera que haya sentido el peso de una empresa sobre sus hombros entiende la metáfora.

Quien dirige, quien funda, quien lidera una organización sabe que la responsabilidad puede sentirse igual: infinita, solitaria, irrenunciable.

El peso de ser líder

Quien ejerce el liderazgo de una empresa carga con la responsabilidad del todo: los resultados, el bienestar del equipo, la reputación, los clientes, los accionistas, el futuro.

Cada decisión tiene consecuencias y, aunque exista un equipo, las decisiones finales y sus efectos recaen sobre una sola persona.

Los desafíos llegan sin pausa: cambios en los mercados, crisis económicas, regulaciones nuevas, competencia, innovaciones tecnológicas, conflictos internos, y un sinfín de etcéteras, todos demandando atención inmediata. Y esta sensación de estar en medio de todo, sosteniendo cada parte del sistema, puede aislar.

Aunque haya colaboradores, el líder suele experimentar una soledad muy particular: la del ser todopoderoso que no puede mostrar debilidad, que no puede dudar, que debe mantenerse firme incluso cuando internamente tambalea. Y, sin embargo, esa fuerza, que en apariencia sostiene todo, puede volverse una trampa.

Porque Atlas es solo un mito. Y la idea del líder todopoderoso, indispensable, omnipresente, también lo es.

Quien tiene la responsabilidad y el privilegio de dirigir no es un titán y no vive eternamente. Es una persona que siente, que se cansa, que duda, que se puede romper.

Y que necesita aprender una habilidad que pocos asocian con la fortaleza: la habilidad de soltar.

El Atlas moderno y la ilusión del control

La imagen de Atlas se asemeja a muchos líderes contemporáneos.

Quienes están en roles de liderazgo, muchas veces por tener un alto sentido de responsabilidad y compromiso, adoptan sin darse cuenta la postura del Atlas: deben cargar sobre sus hombros cada problema que surge, deben decidir todo, y deben vivir con la consecuencia de loe errores.

Y el peso de cada decisión, de cada problema se acumula, en los hombros, en la espalda, en la mente.

Y no nos engañemos, la presión es real. Las decisiones y los resultados que cada una de ellas genera son una responsabilidad irrenunciable, una responsabilidad que viene con el cargo.

Cuando toda esa carga se mezcla con la ilusión del control, el mito se vuelve peligroso: la persona comienza a creer que su conocimiento, su experiencia y su presencia son absolutamente necesarios para que las cosas funcionen. Piensa: “Si no estoy, algo fallará”. “Si no lo reviso, saldrá mal”. “Si no lo decido, se detendrá todo”.

Se cree que si no se controla todo, las cosas no van a salir como deben salir.

Y el resultado de esta creencia es cruel: cuanto más intenta controlar el líder, más atado de manos se encuentre, más condenado a cargar el cielo en sus hombros y menos crece la organización: el equipo se acostumbra a mirar hacia arriba para cada decisión, los colaboradores dejan de tomar riesgos, y la energía creativa se apaga.

El líder, por su parte, se agota, y la empresa se estanca.

Repito, el peso que siente quien lidera es real, sí, pero la idea de que es el único pilar que sostiene todo es una ficción.

Las organizaciones son ecosistemas complejos, interconectados, donde la fuerza radica en la capacidad colectiva compartir la carga.

Y para compartir la carga, soltar es fundamental.

Y soltar se convierte entonces en una acción deliberada, una acción estratégica.

El significado de soltar

Soltar es pasar de la micro administración a la delegación consciente. De la supervisión constante a la confianza madura. De la dependencia del líder al empoderamiento del equipo. Por ningún motivo significa desentenderse ni perder autoridad.

Soltar requiere un cambio profundo de mentalidad, y se traduce en acciones concretas:

  • Confiar: Implica creer en las capacidades, el juicio y la integridad del equipo.

  • Delegar: Dar autoridad real y recursos suficientes para tomar decisiones y resolver problemas sin esperar siempre la aprobación del líder.

  • Empoderar. Al soltar, fortaleces a tu equipo. Les das la oportunidad de aprender, decidir, asumir responsabilidad y desarrollar sus propias capacidades de liderazgo.

  • Aceptar errores y generar aprendizajes. Al delegar, las cosas no siempre saldrán como uno las haría. Habrá errores, aprendizajes, desviaciones. Pero esos errores son el precio natural del crecimiento organizacional.

  • Enfocarse en el panorama general. Dejar de enfocarse en lo operativo para

    concentrarse en lo estratégico: la visión, la cultura, la dirección de largo plazo.

Aprender a soltar es fundamental para crecer


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Soltar para crecer

El paso fundamental para poder soltar y crecer es rodearte de personas capaces de hacer las cosas bien, idealmente, mejor que tú. Eso no sucede por accidente: requiere un compromiso intencional para la administración de personas: atraer el talento adecuado, motivarlo y desarrollarlo. Aquí es cuando las personas dejan de ser un recurso operativo y se convierten en elemento central de la estrategia.

He visto líderes que contratan a personas leales pero poco competentes, personas que “no les van a fallar”, aunque tampoco aporten gran valor a la empresa. Y eso, francamente, es un error estratégico.

El miedo a perder el control orilla a las personas a rodearse de obedientes en lugar de competentes.

Y el resultado es que el líder termina como Atlas, condenado a cargar el cielo solo, por siempre.

Si no tienes un equipo capaz de tomar decisiones competentes, no podrás soltar sin que todo colapse.

Por eso, el paso cero para soltar es invertir tiempo en construir un gran equipo: reclutar bien, definir responsabilidades claras, capacitar, acompañar.


Tres cambios paradigmáticos para soltar y crecer

Ahora que ya hemos hablado de los problemas que se generan por no soltar, y vivir con la ilulsión del control, quiero compartirte tres cambios paradigmáticos que te ayudaran a soltar. Es importante recalcar que para que estos cambios puedan lograrse, debes haber cubierto el paso cero, y si no lo has cubierto, debes trabajar decididamente para tener una organización competente.

Antes de entrar en los tres cambios, vale la pena entender qué significa para mí un “cambio paradigmático”.

Un cambio paradigmático es una transformación profunda en la forma de pensar, interpretar, comunicar y actuar frente a la realidad. Implica romper con creencias arraigadas y sustituirlas por una visión más amplia y consciente del rol.

Cuando el líder logra hacer cambios de paradigma, el resto de la organización evoluciona más fácilmente.

Y los tres cambios que te propongo son precisamente paradigmáticos, porque deben suceder en la forma en que piensas, interpretas, comunicas y actúas.

Aquí van:

Cambio uno: Pasar de “tomar decisiones” a “desarrollar tomadores de decisiones”

La mayoría de los directores generales son excelentes tomadores de decisiones. Esa habilidad los llevó a donde están. Pero, paradójicamente, esa fortaleza se convierte en una debilidad al momento de crecer.

Aquí el reto es ayudar a que las personas confíen en su experiencia y buen juicio, y motivarlos continuamente a que tomen decisiones.

Desde mi perspectiva, la gran mayoría de las veces las decisiones serán correctas, y crearán un círculo virtuoso en el proceso de decisión: mejores decisiones lleva a tener más confianza en uno mismo y eso lleva a tomare más y mejores decisiones.

Ayudar a los demás a que tomen decisiones implica coaching activo, mentoría constante y la humildad de aceptar decisiones que tú habrías tomado de otra manera, pero que siguen siendo competentes y efectivas.

Cambio número dos: Pasar de ser atendido a servir

En este cambio, es fundamental entender que la función del líder es eliminar obstáculos y facilitar el trabajo del equipo. Cuando la persona que dirige crea las condiciones para que otros actúen con autonomía y claridad, el sistema avanza con fluidez.

El líder debe ayudar al equipo a enfocarse y a evitar distracciones, asegura que tengan los recursos necesarios, resuelve interferencias y abre espacio para que el talento se exprese y trabaje en equipo.

Su papel es facilitar el desempeño colectivo y fortalecer al grupo desde dentro.

Cambio número tres: Practicar la flexibilidad robusta

La flexibilidad robusta es un concepto acuñado por Brad Stulberg (Máster of Change, Ed. HarperOne, 2023) es una mentalidad que combina la robustez (fuerza, durabilidad y constancia) con la flexibilidad (adaptabilidad, flexibilidad y la capacidad de adaptarse sin quebrarse). Implica tener una base sólida de valores fundamentales, a la vez que se puede adaptar a las circunstancias cambiantes, prosperar ante los desafíos y desarrollar resiliencia a largo plazo.


Para entender un concepto aparentemente contradictorio hay que enfocarse en:

  • La Robustez: La capacidad de ser fuerte, constante y duradero día tras día, basándose en valores fundamentales. Esto proporciona estabilidad y previene el agotamiento, el cansancio extremo o la inestabilidad emocional.

  • La Flexibilidad: La capacidad de adaptarse, ser flexible y responder a las circunstancias cambiantes sin quebrarse.

Para aplicar este concepto en el proceso de soltar, es importante dejar claro ante todos lo que no es negociable, lo que debe ser siempre fijo, por ejemplo: la honestidad, o la calidad en el servicio. De la misma manera, se debe tener claro lo que se puede adaptar y debe adaptarse ante las circunstancias, incluso sin necesidad de consultar con la dirección.


Ultimas reflexiones

Soltar es una decisión y exige método, criterio y disciplina. No ocurre de forma espontánea ni por impulso. Es una práctica consciente que se desarrolla con reflexión, paciencia y consistencia.

Cuando el líder o la lider decide soltar, los beneficios aparecen pronto y de manera tangible.

  • El equipo crece porque tiene espacio para actuar con autonomía y mejorar sus resultados.

  • La organización se vuelve más sólida y mejora sus resultados porque distribuye conocimiento, responsabilidad e iniciativa.

  • El liderazgo gana profundidad porque el tiempo, la energía y la atención se enfocan en lo esencial: la estrategia, las personas y el futuro.

Soltar amplía la capacidad del líder para construir un sistema que perdure y evolucione.

Esa es la recompensa de soltar: un liderazgo más libre, más efectivo y más humano.


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